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El reencuentro

Lucía solía amar la sensación de libertad que le daban sus zapatillas. Antes de ser mamá, salir a correr era su momento favorito: música (o no), aire fresco, una cita consigo misma.

Pero con los años y la maternidad, esa mujer parecía haber quedado atrás. Entre pañales, rutinas, trabajo y mil tareas pendientes, había desaparecido. O al menos, eso pensaba.

Hasta que un día, mientras veía a su hija correr feliz en el parque, sintió un nudo en la garganta. “Yo también corría así… yo también me sentía llena de energía”. Y entonces, algo despertó.

Al día siguiente, rescató sus zapatillas del fondo del armario. No pretendía hacer un maratón, ni tampoco llevaba un plan a seguir. Solo el deseo de probar. Los primeros pasos le parecieron un poco pesados, la sensación de falta de aire también se asomó, pero con cada zancada sentía un latido diferente y un cuerpo que vibraba de emoción.

Lucía descubrió que la mujer que era antes de ser mamá no había desaparecido. Solo estaba esperando. Cada paso, cada kilómetro, era una forma de reencontrarse con esa parte olvidada.

Porque no se trata de volver atrás, sino de integrar quien eres hoy con la fuerza de quien fuiste.

Correr no es solo un deporte. Es un acto de valentía. Cada vez que sales te a ti misma que eres más fuerte de lo que pensabas. Que tu cuerpo y tu mente son aliados. Que dentro de ti vive una mujer poderosa, lista para brillar.
Correr no es solo un deporte. Es un acto de valentía. Cada vez que sales te a ti misma que eres más fuerte de lo que pensabas. Que tu cuerpo y tu mente son aliados. Que dentro de ti vive una mujer poderosa, lista para brillar.

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