top of page

Cómo empezar a correr desde cero, sin agobiarte ni compararte

Volver a moverte después de años de crianza y rutinas e iniciarte como corredora, te puede despertar muchas emociones: ilusión, dudas, inseguridad, pereza… y las nefastas comparaciones. Es totalmente normal sentir miedo a no rendir, a no tener tiempo o a no "estar hecha" para correr. Sin embargo, todas esas sensaciones pueden transformarse en motivación si decides avanzar con amabilidad hacia ti misma, sin juzgarte, y con paso firme, aunque sea lento.

Uno de los errores más comunes es querer hacer demasiado, y demasiado pronto. Cuando empiezas desde cero, tu cuerpo —y tu mente— necesitan tiempo para adaptarse. Iniciar con carreras muy exigentes o querer alcanzar ritmos rápidos puede llevar al abandono prematuro o incluso a lesiones. Correr debe construirse como una relación a largo plazo: con constancia, respeto y mucho autocuidado. Y en todo momento escuchando tu cuerpo, y no te preocupes, se aprende a ello cuando estás presente al realizar la actividad.

ree

Para muchas mujeres, el mayor obstáculo no es físico, sino mental. En este momento nuestra cabecita empieza a hablar: “no tengo tiempo”, “no sirvo para esto”, “ya estoy mayor”, “voy muy lenta”… Todas esas ideas surgen de creencias instaladas por años o por compararnos con otras. Pero recuerda: cada cuerpo tiene su historia. Correr no es una competición con el mundo; es un reencuentro contigo misma si lo haces respetando tus tiempos y disfrutas de ello.

Una forma efectiva y sostenible de empezar es crear un pequeño hábito realista: salir a caminar y trotar suavemente 3 días por semana, durante solo 20 minutos. Este ritmo permite al cuerpo adaptarse, genera sensación de logro y, sobre todo, crea consistencia. Puedes alternar 2 minutos caminando y 1 corriendo, e ir aumentando con calma. Lo más importante es que lo hagas a tu manera, sin culpa y disfrutando del aire, del silencio o tu lista de música favorita.

Evita mirar el reloj o compararte con quien lleva años corriendo. Lo esencial no es la velocidad, sino tu constancia. Cada vez que sales, estás priorizando tu salud física y mental. Estás mostrándole a tus hijos, y a ti misma, que cuidarse también es, no solo importante, sino imprescindible. Estás construyendo fuerza desde lo invisible.

Como corredora y mujer, quiero recordarte esto: tu ritmo es suficiente. Tu decisión ya es una victoria. No necesitas correr rápido. Solo necesitas dar esa primera zancada y convertirla en hábito. Lo demás llega solo.

Comentarios


bottom of page